Mi chico Vampíro - Sospechas (cap.9)


                                  Sospechas:

 

Llegamos a casa en tiempo record. Le pregunté a Jack si podíamos dar un paseo, pero insistió en que era tarde y que debía dormir temprano ya que al día siguiente había clases.

-Llámame si quieres que te recoja para ir a la escuela- me pidió cuando bajé del coche, y se fue a toda velocidad antes de pudiera siquiera contestar.

Entré a casa y cerré la puerta un poco más fuerte de lo debido. Mi abuela estaba sentada en la mesa del comedor, revisando unos papeles con angustia. Ni siquiera se había dado cuenta de que ya había llegado.

-¿Abuela?- pregunté en voz baja.

Se sobresaltó un poco a pesar de haberle hablado muy quedito.

-Hola, Luna- dijo mientras guardaba los documentos en un sobre tamaño carta amarillo-. ¿Te divertiste?

-Sí… ¿pasa algo?- inquirí mientras señalaba con la cabeza el sobre amarillo.

-Ah… no. Es una carta que me envió una vieja amiga… está… pasando un mal rato- habló pausadamente, como si acabara de inventar lo que decía antes de decirlo.

No le creí por tres razones: primero, era obvio que estaba nerviosa. Segundo, había alcanzado a ver los papeles y parecían ser documentos oficiales, además, ese sobre no era de los que la gente usa para mandar una carta personal. Y tercero, la conocía lo suficiente para saber que bajo esa máscara de indiferencia ella estaba muy preocupada, demasiado.

-¿Eso es todo?- insistí-. ¿No hay algo que deba saber?

-No, no- repuso-. No hay por qué preocuparse.

-De acuerdo. Si cambias de opinión, estaré en mi habitación.

-Ajá- respondió distraídamente.

Crucé el patio y entré a mi habitación. Me di una ducha, pues mi carrera por el bosque me había dejado apestosa, aunque no cansada. Al salir me envolví en una toalla y pensé en prender la calefacción ya que todas las cosas de mi habitación estaban frías, pero yo no tenía frío. Después de un rato comprendí que era yo la que estaba hirviendo.

Caminé de puntitas por el patio a la cocina y noté que mi abuela seguía leyendo y releyendo los papeles de los que me había mentido. De nuevo, no notó mi presencia. Tomé un termómetro de la alacena donde poníamos los medicamentos, cubre bocas y guantes de látex, y regresé a mi habitación.

Caminar descalza en la nieve no me fue problema. Esperaba que los pies me dolieran o que se entumecieran pero no ocurrió nada.

Me coloqué el termómetro en la boca y esperé. Cuando me lo quité, marcaba 42 grados, algo muy extraño, pues no me sentía mal. Supuse que el termómetro estaba dañado.   

Me puse mi pijama, mis viejos pans gris de la primaria y una blusa de manga larga color vino, y me acurruqué sobre la cama, sin des tenderla.

Pensé en Alex, en su rostro serio e inexpresivo, después, en su rostro tierno y juguetón de lobo. Pensé en su voz y recordé con detalle y nitidez cada una de sus palabras hasta que en algún momento de la madrugada me quedé profundamente dormida.       

 

El lunes siguiente recibí mientras me arreglaba una llamada de celular de Jack.

-Hola, mi niña linda- dijo en cuanto contesté-, ¿quieres que te recoja para ir a la escuela?

La desvelada del día anterior provocó que me levantara tarde, y no estaba completamente segura de que pudiera llegar a tiempo. Además, una mañana en el lindo Beetle de mi vampiro favorito no sonaba nada mal.

-Sí, claro.

-Bien, voy en camino.

-¿Qué? No, no… apenas me estoy arreglando…

-Tranquila, soy paciente.

-De acuerdo… pero no conduzcas como loco.

-Te veo en veinte minutos, tal vez me detenga en la joyería.

-Ajá- respondí con el cepillo de dientes en la boca-. Adiós.

Estuve lista cuando Jack llegó por mí y llegamos a muy buena hora al Intercityschule, esto gracias a que, ignorando mis manos aferradas al asiento, Jack conducía lo más rápido que el velocímetro le permitía. Me habló sobre un cambio de planes respecto a la reunión prevista para ese viernes, ya que varias de las familias vampiras habían tenido que hacer una visita a casa de los veteranos por problemas legales.

El resto del día transcurrió normal. Mi abuela insistió en preparar la comida y mientras devorábamos nuestros filetes comentó algo de que ya era hora de ir de compras juntas.

Muy pronto se me hizo de noche y me desvelé de nuevo, sólo que esta vez esperando la llamada de Alex.

No estuve segura de cuándo pero en algún momento se acabo enero. En la escuela todos hablaban del baile de los enamorados.

-Supongo que irás con Jack, ¿verdad?- me preguntó Jeni durante el almuerzo.

-No sé si voy a ir, no tengo nada que ponerme- me encogí de hombros.

-Entonces ¿Jack no te lo ha pedido?- preguntó impresionada Yaneth.

-¿Debería?

-Pues… es lo que los novios suelen hacer- dijo Laura.

-Tal vez él tampoco tiene planes de ir…- respondí poco segura-. ¿Y a ustedes las han invitado?

-No- dijeron a coro Yaneth y Laura, pero Jeni miró distraídamente hacia otro lado.

Las tres la miramos.

-¿Jeni?- preguntó Laura.

-No tengo cita para el baile- susurró-, pero alguien me invitó.

Todas nos acercamos más y más para poder escuchar.

-Fernando- dijo Jeni avergonzada-, y le dije que no.

Volteamos a ver a Fer, que estaba sentado al otro lado de la mesa, con la cabeza gacha y ojos tristes.

-Pobrecito- susurró Yaneth.

Al término de clases salí como bala hacia el estacionamiento. Jack me esperaba, como siempre. En los últimos días no dejaba que fuera corriendo a casa, así que me esperaba en el lugar de siempre, cerca de la entrada, para asegurarse de que no me escapara. En esta ocasión no quería escapar, quería hablar con él aunque esperaba no sonar como una idiota.

-Hola, linda- dijo cuando me acerqué.

-Hola…- susurré.

-¿Ocurre algo?- inquirió mientras me abría la puerta del copiloto.

-No, nada…- dije mientras rodeaba el auto y entraba del lado del conductor.

-¿Segura?

-Bueno… es sólo que… me preguntaba…

Ya habíamos arrancado y Jack conducía a toda velocidad.

-Ajá- insistió.

-¿Por qué no me has invitado al baile de los enamorados?

Bajó la velocidad hasta que sólo íbamos un poco más rápido que los demás automóviles. Jack miraba por el parabrisas con concentración. Miré hacia la carretera pero no vi nada que pudiera distraerlo. Y entonces comprendí lo que ocurría…

-¿Jack?- pregunté angustiada.

De repente pareció volver a sí mismo y me miró, mas no aceleró de nuevo.

-Esa noche habrá luna llena…

-¿Qué viste?- lo interrumpí.

-Nada concreto.

-Ah…

-Si quieres ir al baile puedes ir con alguien más, yo no tengo problemas con eso.

-No- respondí apresuradamente-, prefiero que hagamos algo juntos.

-¿Qué te gustaría hacer ese día?

-Lo que sea, pero sólo los dos.

-Bien, algo se nos ocurrirá.

Me sorprendió que no acelerara de nuevo.

-¿A ti te pasa algo?- pregunté.

-No, no- me miró y me sonrió.

-De acuerdo…

Mi celular sonó en ese momento. Miré quien llamaba pero el número no estaba registrado.

-¿Bueno?- contesté.

-Hola, Luna, te dije que sabrías de mi pronto- dijo la voz cálida de un chico.

-¡Alex! ¡Oh, Alex! ¿Por qué no habías llamado? Bueno no importa, ¡qué bueno que llamaste!

-Lo lamento, creo que mi celular se me cayó en algún lado y no recordaba tu número, así que tuve que buscar a Vanessa para pedírselo pero ella no lo sabía así que tuve que ir a ver a Will…

-¿Estuviste en Salzburgo?-lo interrumpí.

 -Pues… sí.

-¿Por qué, en vez de intentar conseguir mi número, no me buscaste?

-Si te hubiera visto no me habría podido ir.

-Está bien- dije con tono frío.

-Luna, no te enojes… espérame- repentinamente se calló y a lo lejos oí un aullido.

-¿Alex?

Se cortó la llamada.

Me giré para ver a Jack, él me miraba con curiosidad.

-Me colgó.

Se volteó de nuevo, sin decirme nada. Se distrajo un momento, como si tratara de oír algo y después abrió los ojos como platos. Aún callado dio vuelta en una calle en la que jamás habíamos estado y aceleró con fuerza.

-Llama a Sam y dile que Katherin te invitó a casa a comer. Que tardarás porque necesita ayuda con su vestuario para el baile- me ordenó.

-¿Qué pasa?

-Sólo hazlo.

Tomé mi celular y marqué de inmediato a Sam.

-Hola, Luna, ¿ya vienes para acá?

-Es que Katherin me invitó a comer. Sé que es de último momento, pero creo que necesita ayuda con un vestido o algo así y podría llegar a tardar, pero vamos a estar en su casa.                        

-Oh, bueno, pero tampoco llegues muy noche o ¿quieres que pase por ti?

Miré a Jack y negó con la cabeza mientras aceleraba más.

-No, no. Ella me llevará de regreso.

-Bueno, está bien. Nos vemos más tarde.

-Sí, adiós.

Colgué.

-¿Qué pasa, Jack?

-No puedo dejarte sola, Luna.

Sacó su celular apresuradamente. En cuanto contestaron se apresuró a hablar.

-Will, advierte a tu familia y a los Brennan, tienen que ir pronto a mi casa. Vino antes de lo esperado, Thomas me avisó.

Mi mejorado oído, desarrollado junto con mi nueva fuerza y rapidez, me ayudó a escuchar lo que decía Will al otro lado del teléfono.

¿Sabes si Alex está cerca?

-Luna habló con él pero no dio mucha información. Lo importante es que avises a todos, de acuerdo.

Ahora mismo los localizo, te veo allá.

Jack colgó su teléfono y lo guardó en el bolsillo de su abrigo. Tomó mi mano y la apretó con fuerza.

-No dejaré que te ocurra nada, lo prometo.

-¿Qué pasa, Jack? ¿Quién vino?

Se distrajo de nuevo, escuchando a Thomas, supuse, y después me miró.

-Llama a William y dile que Alex estaba muy cerca de Thomas, en el mismo bosque donde llegaron- me ordenó de nuevo.

Tomé mi celular e hice lo que me dijo. En cuanto Will contestó dije justo lo que Jack me dijo:

-Hola, Will. Alex estaba en el mismo bosque que Thomas, donde llegaron… ¿Me podrías decir quién rayos llegó?

-La Duquesa con sus guardias y posiblemente con algunos de los veteranos.

Nos detuvimos en ese momento frente a la mansión Thompson pero apenas me di cuenta. Estaba en estado de shock.

Jack me quitó el celular y le dijo algo más a William, sólo que yo ya no oía. Todo se puso oscuro. Alex… Alex… ¡Alex! Pensaba una y otra vez. Jack lo había dicho, Alex estaba cerca de donde la salvaje vampira había llegado. ¿Él estaba bien? ¿Por eso había colgado? ¿Lo habían herido?

Oía muchos murmullos, mas no podía descifrarlos. Poco a poco reconocí la suave voz de Jack e hice lo posible por aferrarme a ese sonido, debía salir de esa oscuridad.

-¿Luna? Por favor, cielo, tranquilízate- la dulce voz de Jack se hizo cada vez más nítida-. Todo va a estar bien.

-¿Dónde…?- me aclaré la garganta mientras abría los ojos-, ¿dónde está Alex?

Miré el lugar donde me encontraba. Las paredes eran de sillar claro y el techo con vigas de madera. Había una enorme ventana que estaba cubierta por cortinas oscuras. Sobre mí colgaba una lámpara de cobre con una luz suave. Estaba acostada sobre un sillón de cuero beige y Jack estaba sentado a mi lado, en el suelo.

-Tranquila- me besó la frente-. Thomas logró convencer a los veteranos que venían con la Duquesa de que no era necesario matar a Alex.

-¿Dónde está Alex?- repetí.

-Fue a ocultar a Rachel.

-¿A quién?

-Rachel es el nombre de la Loba blanca. Rachel Lindenman Lobato, me parece.

-¿Y por qué la oculta?

-Creo que será más fácil que él te lo explique. Tal vez sería buena idea que bajáramos con los demás.

Me alzó en brazos y bajó volando las escaleras.      

Josefine, Kat y Jason estaban sentados en un gran sillón café oscuro de piel. Josefine alzó la vista en cuanto Jack me dejó en el suelo y me sonrió. Le devolví la sonrisa con timidez.

Vanessa estaba sentada en un pequeño sillón beige con la cabeza entre las manos.

En la puerta platicaban en voz baja William, Robert, Kevin, Maite y Taylor.

Se alcanzaba a ver en la cocina a Julia y María conversando con preocupación.

¿Qué rayos hacía yo ahí? Por mi culpa él se había ido de Salzburgo. De no ser por mí él estaría en ese momento con nosotros, esperando que se fueran los veteranos.

-Jack, ¿podemos hablar a solas?- susurré.

Asintió un poco confundido y me guió a la salida.

Cruzamos el patio y llegamos a su cobertizo. No sentamos en su sillón.

-Jack… no sé qué hago aquí. Soy la persona menos indicada para estar aquí.

-¿De qué hablas?

-De no ser por mí, Alex estaría a salvo.

-¿Crees que te habría dejado desprotegida mientras están los veteranos aquí? Luna, ellos no tienen los hábitos alimenticios de mi familia. No te expondría así… Si te pasara algo yo… dejaría de existir.


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"Secuestro Vampírico"
Lizzi es una novicia de 12 años que toda su vida vivió en un convento al ser abandonada por sus padres. Richard, un vampiro que vive en la ciudad, decide secuestrarla para que tenga la oportunidad de vivir.
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