Mi chico Vampíro - La lunada (cap.5)



                   La lunada:

 

La semana escolar terminó muy rápido y el sábado temprano empaqué una mochila para la lunada.

Estaba ansiosa y, al mismo tiempo, asustada. Fueron varias las noches en las que no podía dormir pensando en la conversación del lunes en el auto de Jack.

Crucé el patio y entré a la casa. Sam ya se había levantado y veía la televisión en la sala.

-Buenos días, Luna, ¿ya te vas?

-Yaneth, Jeni, Laura y yo quedamos de vernos antes para tomar algo y, si hay tiempo, ver una peli en casa de Jeni. Yo te avisó que vamos a hacer.

-Oh, no te preocupes. Pero si llega a haber algún cambio de planes, me gustaría estar enterado.

-De acuerdo.

-¿Quieres que te recoja en casa de Lalo?

-Este… Jack me ofreció pasar por mí y traerme directo a casa.

-Vaya, ustedes dos van enserio. ¿Piensas presentármelo oficialmente?

-Sí…- contesté sorprendida-, ¿no te importa que tenga novio?

-Claro que no, Luna, siempre y cuando él te respete, por mí no hay problema.

-Gracias. Bueno será mejor que me vaya, las chicas deben estarme esperando.

-¿Quieres que te lleve?

-Jack ofreció recogerme aquí. De hecho, ya debe haber llegado.

Me dedicó una sonrisa.

-Que te diviertas.

Salí de la casa y vi el Beetle plateado vacío.

-Buenos días, linda- la voz de Jack sonó a mis espaldas, y di un salto.

-Jack, me asustaste.

-Perdón, pero no pude evitar escuchar tu conversación con Sam. Mi agudo sentido del oído es otra característica importante de los vampiros.

Tomó mi mano y me llevó hasta su coche. Me abrió la puerta con generosidad y se apresuró a darle la vuelta al vehículo para entrar del lado del conductor.

-¿Dónde quedaron de verse?

-En la Plaza Principal.

-De acuerdo.

Después de un rato de silencio la curiosidad me invadió.

-Jack, ¿¿qué es lo que me vas a explicar hoy?? ¿¿No me puedes adelantar algo??   

-Es algo muy complicado, amor, tienes que verlo.

-¡¿Ver qué?!

-Luna… espera a ésta noche, por favor…- me miró con súplica en los ojos.

No lo pude resistir.

-De acuerdo, de acuerdo.

Me besó la mejilla. Sentí sus fríos labios en mi oído al susurrar:

-Te ves hermosa cuando te pones terca.

-Fíjate en el camino, Jack.

-Eres imposible- siguió mi orden y se concentró en el camino-. Imposible y preciosa- susurró para sí mismo.

Llegamos en veinte minutos. Jack conducía muy rápido, pero yo apenas lo notaba, pues mis ojos casi no se separaban de su rostro perfecto.

-Hola, Luna- me saludó Yaneth en cuanto nos acercamos-. Hola, Jack.

-Hola, chicas- las saludamos al mismo tiempo Jack y yo. Reímos bajito.

-Vaya son tal para cual- comentó Jeni con tono burlón. Laura la dio un codazo.

-Bueno, mi chica bella, me tengo que ir. Te veo luego.

Me guiñó y me besó la mejilla. Escuche los aullidos de Jeni y a Laura y Yaneth callándola.

Me acerqué a su oído y le susurré:

-Adiós, mi chico vampiro.

Lo observé mientras se alejaba, prácticamente babeando.

-¡Luna!- gritó Jeni a mis espaldas.

-Perdón.

Caminamos juntas hasta unos pequeños portales con varias cafeterías. Entramos a una llamada “Die Herzogin”- La Duquesa-. Nos sentamos en un gabinete, Yaneth y Laura de un lado y yo del otro. Me llamó la atención un cuadro en el que estaba pintada una mujer, de gran belleza, con colmillos grandes de los que chorreaban gotas de sangre…

-Ella es la Duquesa- dijo un hombre, ya grande, que estaba sentado en el gabinete de al lado-. Las historias cuentan que es una vampira salvaje que vive en Graz y ataca a las personas que caminan cerca de ella en la noche. Otras historias cuentan que se bañaba en la sangre de sus víctimas, como rito satánico.

-Luna- me susurró Laura-. El lugar no es tan económico como pensaba, ¿podemos buscar algo más accesible?

-De acuerdo- me giré para despedirme del extraño hombre, pero ya no estaba.

Salimos del lugar y seguimos caminando.

-Mejor, vamos a mi casa- dijo Jeni después de media hora de caminata.

-¿Qué película vamos a ver?- preguntó Laura.

-Ah… olvidé mencionar algo…

-¿Qué?- pregunté con curiosidad al ver su rostro avergonzado.

-Mi hermanito le dio un balonazo al reproductor de DVD.

-Vaya, tengo suerte de ser hija única- dijo Laura-. Tú también, ¿no Luna?

-No es un tema que me guste mucho.

-¿Acaso no eres hija única?

-Lo soy, pero me hubiera gustado tener una hermanita…

-Créeme que no- me interrumpió Jeni.

Empezamos a cruzar la calle en dirección a casa de Jeni, cuando mi brazalete se resbaló y cayó al suelo. Me agaché para recogerlo. No noté que el semáforo volvió a ponerse en verde, y perdí tiempo poniéndomelo. Las chicas no se dieron cuenta de que seguía a media calle. Una motocicleta negra pasó casi rozándome y me caí por el susto. Frenó con un fuerte chirrido.

-¡¿Luna?! ¡¿Estás bien?!

Su voz me sonó muy familiar. La cabeza me daba vueltas pero pude reconocer al chico que se estaba quitando el casco. Alex, el hermano un año mayor de William. Su pelo era castaño y corto. Su musculoso cuerpo me hizo suponer que el también era un licántropo.

-¡Luna!- las voces de mis amigas sonaron distantes a pesar de tenerlas a solo unos metros.

-Lo siento, Luna, debí haberme fijado antes de pasar a lo salvaje.

-No te preocupes, Alex- la mente se me aclaró un poco-, sobreviviré.  

Escuché a mis amigas correr hacia mí, mientras Alex me ayudaba a pararme.

-Estoy bien- les aseguré.

-En verdad, lo lamento mucho, Luna.

-Tranquilo, no te voy a demandar- bromeé.

-Será mejor que te sientes, Luna, busquemos una banca- sugirió Yaneth.

Las chicas me arrastraron hasta una de las bancas de la plaza, mientras Alex jalaba su moto. Estuvimos platicando un buen rato.

 

-Se me antoja una nieve- dijo Yaneth repentinamente-, ¿me acompañan chicas?- le preguntó únicamente a Laura y Jeni.

-Claro...- respondió Jeni mirándonos a Alex y a mí con suspicacia-, ¿vienes Laura?

-Ajá- dijo asintiendo rápidamente con la cabeza.

Las tres se echaron a correr.

-¿Te sientes mejor?- preguntó Alex, algo preocupado.

-Estoy bien- me quedé un momento pensando en cómo entablar una conversación para que dejara de preocuparse de mi salud-. ¿Cómo han estado Taylor y Maite? Esperaba verlos en la fiesta de los Thompson de hace dos semanas.

-Taylor se sentía culpable, por casi matarte en el bosque- dijo con un suspiro.

-Oh…

-Maite desarrolló sus poderes unos días antes de la fiesta, y prefirió quedarse en casa.

-Maite también es…- no pude terminar la frase.

-Sí- estudió un momento mi pálido rostro-. Ella se ve feliz- agregó-, por fin se siente a la altura de sus hermanos.

-¿Cómo se siente María con todo esto?

-Supongo que mi madre ya lo esperaba cuando Taylor se empezó a sentir mal, estaba preparada. Tenía experiencia con William y conmigo y también tenía nuestro apoyo.

-¿Sólo tu familia tiene sangre lobuna?

-No. Los Brennan tienen otros inquilinos…

-¿Los Brennan?- lo interrumpí. Durante la navidad de hace tres años había platicado con una chica de esa familia. Teníamos la misma edad-, ¿Vanessa también?      

-Sí, además de Kevin, Robert y su madre, Julia.

-¿Son sólo los Zimmermann y los Brennan, al menos en Salzburgo?

-Pues algo así.

-¿Algo así?

En ese instante las chicas regresaron.

-Luna, ya nos tenemos que ir. Pronto se pondrá el sol- dijo Jeni.

-De hecho, yo me tengo que ir- me dijo Alex-. Nos vemos en otra ocasión.

Besó mi mejilla. Sus labios eran calientes, como si tuviera fiebre. Un notorio contraste con los de Jack. El calor hizo que mi mejilla se ruborizara, aunque también había que admitir que Alex era muy apuesto.

-Adiós.

Las chicas y yo caminamos el tramo que quedaba para llegar a casa de Lalo. Tenía un jardín a la entrada, con una reja amplia y elegante, y se notaba que había uno de mayor tamaño tras la casa. Era grande, claro, pero no se comparaba con la mansión de los Thompson.

Tocamos el timbre y Lalo abrió la puerta. Los demás, Edgar, Jonathan y Fernando, nos saludaron desde la entrada de la casa.

-Qué bueno que vinieron, chicas, Fer casi se acaba las botanas.

-Debí suponerlo, es muy típico de él- bromeó Jeni.

-¡Los oí!- gritó Fer desde la casa.

Caminamos hacia el patio trasero. Lalo sacó dos tiendas de acampar armables de una pequeña bodega.

Tardamos dos horas en armarlas, ya que Lalo había perdido varias piezas y tuvimos que improvisar. Cuando terminamos, encendimos una enorme fogata y asamos malvaviscos y salchichas en ramas largas que encontramos en el jardín.

Lalo contó como veinte chistes malos y Edgar se divirtió espantándonos a las chicas, a Fernando y a mí con terroríficas historias de terror. Al fin llegó la hora de entrar a las tiendas.

El miedo y la emoción se apoderaron de mí. Miedo de que Jack no apareciera, y emoción de pensar que podría estar afuera de mi tienda, esperándome.

-Ahora vuelvo- susurré cuando noté que las chicas iban perdiendo la conciencia y su respiración se volvía regular.

Salí de la tienda sigilosamente y me senté en medio del enorme patio.

-¿Jack?- susurré-. ¿Jack, estás ahí?

-Hola, linda- el sonido de su voz provenía de uno de los árboles más altos del jardín-. ¿Estás lista?

-¿Para qué?

No contestó. Me paré y caminé en dirección al árbol. Una sombra grande fue bajando lentamente desde la parte más alta. Estaba oscuro y tardé en lograr visualizar a Jack.

No llevaba camisa y pude contemplar su marcado abdomen. Su rostro era inexpresivo. Se quedó quieto, esperando a que yo llegara hasta él.

-¿Qué es lo que querías enseñarme, Jack?

-Es algo que nos pasa a los vampiros durante las noches de luna llena.

-¿Qué?

Dio un paso al frente. Detrás de él dos sombras enormes triangulares aparecieron rápidamente. Plumas negras cayeron al suelo cómo las hojas de un árbol en otoño. Jack tenía… alas. Negras cómo las de una urraca. Cada una era del tamaño de él, incluso más grandes.

-Jack…- se me quebró la voz.

-¿Estás llorando?

Toqué mi mejilla y noté que estaba húmeda, pero yo no estaba triste. Tanta belleza me había conmovido. Sequé mis lágrimas.

-¿Por qué lloras?- su tono mostraba ansiedad-, ¿tienes… miedo?

-No- respondí rápidamente. Lo abracé con fuerza, colocando mis brazos alrededor de su cintura.

-¿Qué pasa entonces?

-Son hermosas, eso es todo.

-No se comparan con tu belleza, Luna.

-Claro que sí, y me superan.

-No tienes idea de lo que dices. En fin, ¿quieres dar un paseo?

Antes de que pudiera responder, hizo un movimiento rápido y me colocó en su espalda entre ambas alas. Me sujeté fuerte de su cuello y recargué mi barbilla en su hombro. Cerró sus alas, haciéndolas hacia atrás.

-Sujétate- me dijo.

Subió ágilmente por el árbol, hasta la punta. Extendió de nuevo las alas y brincó. Empezó a agitarlas de arriba abajo y voló lejos de la colonia.

Llegamos a un bosque enorme, a las afueras de la ciudad. Descendió cuidadosamente y, con otro movimiento rápido, me colocó en el suelo.

-¿Te gustó el paseo, linda?

-Vaya- dije casi sin aliento, me aclaré la garganta-. Me fascinó.

-Eso pensé.

-¿Por qué estabas triste?

Me miró con duda.

-El otro día en tu auto, cuando tuviste la visión, te veías triste.

-Ah…

-¿Por qué estabas triste?- insistí.

Tomó aire.

-Ese día tuve la visión de la luna llena saliendo por el horizonte y las alas emergiendo de mi espalda, pero no pude ver cuál sería tu reacción.

-¡¿Qué?!- ahora estaba enojada-, ¿pensaste que tendría miedo? O ¿tal vez que me echaría a correr? O, peor aún ¿Que empezaría a gritar como loca?- las lágrimas brotaron de mis ojos, no de conmoción, sino de rabia.

-No te pongas así, Luna…

-¿Cómo quieres que me ponga?- lo interrumpí-, creí que me conocías.

-Lo siento, ¿qué debo hacer para que me perdones?

Me sequé las lágrimas y respiré hondo.

-Sólo, no vuelvas a desconfiar de mí, ¿de acuerdo?

-De acuerdo.

Estuvimos varias horas platicando. Le conté sobre lo que pasó aquella mañana, que fuimos a “La Duquesa”, que vi a un hombre muy raro en aquel café, pero hice una pausa al comentar el encuentro con Alex.

-¿Casi te atropella?- parecía algo molesto.

-Casi, pero no lo hizo, eso es lo que importa.

-No le quites importancia, pudo haberte matado…

-Pero no lo hizo- lo interrumpí.

-De acuerdo, de acuerdo.

Estuvimos en silencio varios minutos, mientras yo acariciaba con cuidado sus bellas alas. Ahora más que nunca, parecía un ángel.

-Y… ¿de qué hablaste con Alex?

-Pues le pregunté sobre sus hermanos. Me contó que Maite desarrolló sus poderes. También me habló sobre los Brennan.

-¿Conoces a alguno de ellos?

-A todos, pero sólo conviví con Vanessa- hice una pausa, pensando en el final de la conversación que tuve con Alex- Al final le pregunté si sólo eran los Zimmermann y los Brennan… no contestó de la manera que yo esperaba.

-¿Qué esperabas?

-Un sí o un no.

-¿Qué te dijo?

-Algo así. ¿Acaso hay más licántropos en Salzburgo?

-Algo así. Existe algo diferente, una loba blanca.

-¿Loba blanca?

-Los licántropos se distinguen de los lobos normales por su enorme tamaño, claro, pero tienen otra marca. Una mancha en el tobillo de la pata trasera izquierda. De forma que ninguno es completamente de un solo color.

-¿Qué es una loba blanca?

-Pues, hace treinta años hubo algo así como un milagro.

-¿De qué hablas?

-Las mujeres licántropo, así como las vampiras, no cambian, no envejecen, no mientras se mantengan cambiando de fase.

-Eso lo entiendo, pero no me das respuestas.

-Hace treinta años- repitió-, una chica licántropo tuvo el autocontrol para envejecer. Nadie se interpuso cuando anunció que se casaría con un vampiro, pues ella, al igual que yo de ti, se enamoró perdidamente de él y éste le correspondía. Lo que los sacó de onda fue que resultó estar embarazada.

-¿De un vampiro?

-Exacto. Fue entonces cuando la Duquesa mando matar a la madre y al engendro, antes de que se convirtiera en una amenaza, teniendo los poderes de sus progenitores.

-¿La Duquesa?

-En ese tiempo existían otras familias de vampiros en Salzburgo, antes de que los Thompson llegáramos aquí. Ellos defendieron a la mujer pero no pudieron proteger al vampiro. La bebé nació y tres de los cuatro vampiros la escondieron en uno de los bosques. Cuando regresaron, ya habían matado a la chica licántropo y a la vampira.

-¿Qué pasó con la bebé?

-Una vampira cuidó de ella pero la Duquesa mandó matarla.

-¿Qué tiene que ver con la loba blanca?

-Así se le llamó a la hija del vampiro y la mujer loba, pues cuando cambiaba de fase era completamente blanca, sin mancha alguna.

 

El sol empezó a salir por el este y las alas de Jack se retrajeron rápidamente. Miré el reloj.

-Será mejor que regrese antes de que los chicos noten mi ausencia.

-De acuerdo.

Me tomó en brazos, cómo a un bebé, y corrió. En diez minutos ya estábamos de nuevo en el patio de Lalo. Me puso en el suelo y desapareció.

Entré a la tienda sigilosamente. Me recosté y me quedé dormida al instante pues no había dormido en toda la noche.

Unas horas después las chicas se levantaron y me despertaron. Desayunamos y despertamos a los chicos, que seguían roncando en su tienda.

-¿A dónde fuiste anoche, Luna?- me preguntó Yaneth mientras desarmábamos la tienda.

-¿Anoche?

-Sí, dijiste “Ahora vuelvo” y no volviste.

-Ah… fui a tomar aire fresco, la tienda apestaba, al menos para mí, y me quedé dormida sobre el pasto. Me desperté casi al amanecer y entré de nuevo a la tienda, para dormir un poco más.

-Ah.

Después de unas horas el timbre sonó. Mi vampiro favorito me esperaba en la entrada. Me despedí de mis amigas y salí como una bala de la casa. Subí al Beetle plateado rápidamente y cerré de un portazo.

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Lizzi es una novicia de 12 años que toda su vida vivió en un convento al ser abandonada por sus padres. Richard, un vampiro que vive en la ciudad, decide secuestrarla para que tenga la oportunidad de vivir.
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