Mi chico Vampíro - La verdad (cap. 3)


 

 

                   La verdad:

 

-Hola, Luna- comenzó Sam cuando crucé la entrada-, ¿qué tal tu primer día?

-Bien. De camino me encontré a William Zimmermann, él me llevó a la escuela y me trajo acá. Me hice amiga de Yaneth Egartner y me presentó a varios de sus amigos.

-¡Qué bueno Luna! Tu abuela se está arreglando, hoy los Thompson darán su fiesta de año nuevo.

-¿Los Thompson?, ¿la familia de Jack y Katherin?- pregunté sorprendida.

-Ajá. Posiblemente veas a algunos amigos allá. Los Thompson invitan a cualquier persona que conozcan, y son muy populares por aquí. ¡Será enorme!- dijo entusiasmado. Supuse que él ya los conocía de hace tiempo.

-De acuerdo- dije aún sorprendida-, iré a darme una ducha, ¿qué me debo poner?

-Pues…- dudó un momento-, ¿tienes algún vestido de noche? Es algo formal pero tampoco es una boda ni nada por el estilo…

-Creo que tengo uno...

Me dirigí al cobertizo, mi habitación, a ducharme. Al salir busqué en la maleta el único vestido de noche que tenía. Lo encontré en el fondo. Era un vestido negro de tirantes, ajustado y corto, con flecos abajo. Mi madre había insistido en comprarlo para mi cumpleaños número trece. No lo había usado desde aquella ocasión, así que estaba limpio. Me cambié rápido y le di una pasada con el cepillo a mi rizado, y un poco enmarañado, cabello castaño. Busqué mi largo abrigo ANDRÉ BADI gris, que me llegaba por debajo de la rodilla y me dirigí a la entrada. Sam llevaba unos pantalones café oscuro, una camisa blanca, sin corbata, y un saco de un tono parecido al de los pantalones pero más oscuro. Mi abuela llevaba un vestido azul cielo con diseño de flores grandes y blancas y abrigo de peluche blanco. En sus orejas resaltaban los hermosos aretes color turquesa que eran herencia de su madre.

-Te ves hermosa, Luna- dijo Sam levantando los pulgares de las manos.

-¿Listos?- preguntó mi abuela con su conocido desesperado tono-. No quiero llegar tarde, se acabaran los bocadillos…

-Tranquila madre- la interrumpió Sam-, ¡te saldrán canas!

 

Condujimos hacia el norte y paramos en una colonia de casas grandes y elegantes, diferentes cada una. Me llamó la atención una más grande con enormes vitrales y un amplio estacionamiento. Un jardín, como los de los cuentos, con gran variedad de flores se extendía desde la entrada de éste hasta la entrada de la casona. Sam dio vuelta y entró en su estacionamiento, por el camino empedrado.

-¿Ya ves mamá?- dijo Sam-, llegamos puntuales.

Mi abuela bufó.

Bajé del auto y reconocí el que se estacionaba a un lado, una camioneta Ford gris.

-Hola, Luna- me saludó Will, que llevaba pantalones negros, camisa blanca y una chaqueta de cuero-. Lindo vestido.

-Gracias. Hubiera traído algo mejor pero a nadie se le ocurrió comentarme de esto- dije fulminándolo con la mirada.

Me crucé de brazos y esperé a que Sam lograra sacar a mi abuela del Aveo. Cuando por fin lo logró, comenzamos a caminar hacia la entrada junto con los Zimmermann. Reconocí a la madre de William, María, y uno de sus tres hermanos, Alex. Nuestras miradas se encontraron en un breve instante y al mismo tiempo las bajamos. Taylor era su hermano menor, de mi edad. Maite era sólo un año mayor que Will, gemela de Alex. Ninguno de ellos dos venía.

-Perdón- dijo Will, con la cabeza gacha-, no estaba seguro de que vendrías.

-No te preocupes- dije avergonzada al notar que realmente lo sentía-. De todos modos, de haberme avisado, habría traído esto. Es el único vestido que tengo.

-Bien- dijo con entusiasmo-, ya sé que regalarte en tu cumpleaños. ¿Cuándo es?

-El veintinueve de junio, pero no necesito regalos- dije moviendo mi cabeza de lado a lado.

-¿Que importa?, igual te voy a regalar algo.

-De acuerdo, pero no gastes mucho. Me sentiré culpable.

Resopló. Era obvio que no me haría caso así que no insistí.

Entramos a la casa de los Thompson. El vestíbulo era grande y cálido. La sala era de muebles de cuero de distintos tonos de café, que hacían juego con las paredes color beige. Un hombre, joven, de tez blanca estaba recibiendo a las personas a unos metros de la entrada.

-Buenas noches, Thomas- dijo mi tío al acercarnos a él.

Me sorprendió. No esperaba que fuera tan… joven. Era demasiado joven para tener tres hijos de dieciséis años… para empezar, ¡no podía tener tres hijos de la misma edad! A menos que fueran trillizos pero no lo parecían, a pesar de la misma clara piel.

-Buenas noches, Sam- le respondió-, ¿con quién tengo el placer?- dijo dirigiéndose a mi abuela y a mí.

-Ella es mi madre, Margarite, y ella es Luna, mi sobrina.

-Oh, tú eres Luna- una sonrisa se extendió por su rostro-, Jack y Katherin me han hablado mucho de ti, sobre todo Jack.

-Es un placer- dije con la cabeza gacha al sentir la sangre ruborizando mi rostro-, espero le hayan dicho cosas buenas…

-Por supuesto- contestó rápidamente, sin dejarme terminar-. Bueno, la fiesta es en el jardín trasero, tú sabes dónde Sam.

Sam asintió y nos guió hasta el fondo. Una mujer, de tez igual de blanca, esperaba frente a una puerta abierta de vidrio.

-Buenas noches, Josefine- la saludó Sam-, ella es mi madre, Margarite, y mi sobrina, Luna.

-Ah, tú eres la famosa Luna- me ruboricé de nuevo-. Yo soy la madre de Jack, mucho gusto.

Cruzamos la puerta grande y salimos a un enorme jardín, más grande que el del estacionamiento, decorado con tiras largas de pequeñas luces. La nieve de los días anteriores le daba a aquél lugar una imagen de villa navideña. A pesar de las bajas temperaturas, tanta gente y el avanzado sistema de calefacción discreta que habían colocado los Thompson, creaban un ambiente cálido. Me quité el abrigo que empezaba a darme calor y lo colgué de mi brazo.

Como dijo Sam, mis amigos estaban allí. Edgar, Lalo, Jonathan y Fernando llevaban camisas blancas y pantalones negros, como si se hubieran puesto de acuerdo. Yaneth llevaba puesto un vestido azul de tirantes que le llegaba un poco debajo de la rodilla. Jeni uno morado, más corto, con un pequeño escote de espalda. A su lado, Laura llevaba uno amarillo muy parecido al de Yaneth pero con pedrería dorada alrededor del cuello.

-¿Luna?- preguntó Jeni con gran asombro.

-Hola, chicos- respondí.

-No sabía que vendrías- dijo Edgar con igual asombro.

-Honestamente, yo tampoco.

-Gua, te ves hermosa- dijo Jonathan. Pensó un momento lo que había dicho-. Bueno… yo… me refiero a…

-Gracias- respondí antes de que soltara otra incoherencia.

-Y… ¿ya viste a Jack?- preguntó Yaneth.

-No, ¿por qué?- inquirí, supuse la conversación iba por otro camino.

-Hace un rato Jack preguntó si habías venido- me aclaró Laura.

-¿En serio?

-Ajá- interfirió Fer, que, otra vez, se atragantaba con los bocadillos de la mesa-. Parecía algo… emocionado.

-¿Qué le diste a ese chico, Luna?- agregó Lalo con curiosidad.

Me encogí de hombros. Una mano helada me tocó el brazo. Me volteé rápidamente, ¿era posible la existencia de algo tan frío?

-Ahí estás- dijo Jack con tono de alivio-. Te estuve esperando.

-¿Para qué?

-Me gustaría hablar contigo. Ésta mañana mi hermana dijo… ciertas cosas que…

-No te preocupes. Así se supone que son las hermanas, si yo tuviera un hermano, posiblemente sería así con él. Sería divertido decir mentiras sobre él…

-Pero no eran mentiras- me interrumpió-. Estuve pensando mucho en ti desde el día que nos conocimos- miró por encima de mi hombro-. ¿Te importa si hablamos en otro lugar?

Me giré. Mis amigos escuchaban atentamente la conversación, boquiabiertos.

-Creo que es buena idea.

Caminamos hacia el estacionamiento así que me volví a poner el abrigo. Dio vuelta casi a la entrada y me jaló hasta un cobertizo, mil veces más amplio que el mío.

-Este es mi cuarto- me aclaró-. No es la mejor habitación, pero es mío.

-Te entiendo. Yo también tengo mi cuarto en el patio. No es muy grande, pero es mío.

Rió bajito.

-Bueno, ¿qué era lo que me decías hace un momento?

Se sentó en un pequeño sofá de cuero color beige, igual a los de la sala, e hizo un gesto con la mano para que me sentara a su lado.

-Pues… no sé cómo explicarlo. Necesito decirte algo, pero para ello tendría que contarte una muy larga historia y… no sé por dónde empezar.

-El principio es una buena opción.

Se rió otra vez.

-¿Sabrías guardar un enorme secreto?- asentí con la cabeza-. Pues, yo no soy lo que se diría… humano. ¿Entiendes?

-En realidad, no.

-¿Has notado lo fría que es mi piel? o ¿lo clara que es?,- me limité a asentir- pues, no es algo que tendría un humano.

-Sigo sin entenderte, Jack, ¿a qué te refieres con que no eres humano? Hablas como si fueras un monstruo- bromeé.

-Eso soy precisamente- hizo una larga pausa-. Tú… ¿no crees en historias de vampiros?

Me quedé helada. ¡¿Qué rayos estaba diciendo?! ¿No sabía lo que mi descabellada mente podía imaginar con aquellas palabras?

-Pues… no conozco muchas- contesté en cuanto logré respirar de nuevo.

-Si yo te dijera que soy uno, ¿me creerías?

Intente encontrarle sentido a sus palabras.

-Tendrías que… demostrarlo.

-Bien- se levantó rápidamente y me tendió la mano. Me levanté confusa e indecisa-, ¿te puedo cargar?

Negué con la cabeza rápidamente. A pesar de que él se veía muy musculoso, no estaba segura de que aguantara mi peso. Hizo caso omiso a mis palabras y me alzó en brazos. En menos de un segundo estábamos fuera del cobertizo y, antes de qué pudiera siquiera parpadear, corríamos por las calles de la colonia.

Era tan ágil que, de no ser por el frío viento que se estrellaba contra mi rostro, habría jurado que no nos movíamos.

Empecé a marearme por la rapidez con la que corría. Me miró un segundo y paró con suavidad dejándome lentamente en el suelo.

-¿Ahora me crees?

 Me limité a asentir. Mi respiración se había convertido en un sonoro jadeo.

Me tomó de nuevo en brazos, como si fuera un bebé.

-Será mejor que cierres los ojos esta vez- me sugirió.

Asentí de nuevo y los cerré. Una vez más, sentí el helado viento chocar contra mi rostro. En dos segundos desapareció y fue sustituido por la calidez. Jack me depositó con mucho cuidado en el suelo pero mis temblorosas piernas me hicieron caer. Acercó su mano para ayudarme a levantar pero instintivamente me alejé.

-Oh…- su voz demostraba decepción y tristeza-, entiendo que tengas miedo, debí suponerlo…

-No- lo interrumpí con voz titubeante por la falta de aire. Respiré hondo y me aclaré la garganta-. No te tengo miedo.

-Éstas tirada en el suelo, frente a un vampiro y ¿dices que no tienes miedo?

-Ni una pisca- le aseguré-. Solo necesito un minuto para recobrarme.

Me acercó de nuevo la mano y esta vez la acepté. Nos sentamos en el sillón, en silencio, durante unos minutos.

-Y… ¿tu familia también es…?- no pude terminar mi pregunta, me costaba pronunciar la palabra ahora que sabía que tenía un significado real.

-Sí. Katherin, Jason, Thomas y Josefine también lo son.

-¿Hay más de ustedes en Salzburgo?

-Vampiros no. Licántropos…

-¿Licántropos?

-Hombres lobo- me aclaró.

-¡¿También existen hombres lobo?!- grité sorprendida.

-Ajá. Como algunos de los Zimmermann.

-¿William es un licántropo?

-Sí. Y el lobo que encontraste en el bosque también. Era su hermano menor. Se acababa de convertir momentos antes y yo lo estaba vigilando.

-¿Por qué lo vigilabas, qué no los vampiros y hombres lobo son enemigos mortales?

-Hace mucho hicimos un pacto para proteger nuestros secretos de los humanos. Nosotros los vigilamos a ellos y ellos a nosotros.

-¿A ustedes?

-Se aseguran de que no bebamos sangre humana, sólo de animales.

Nos quedamos sentados en silencio, mientras acababa de digerir todo aquello.

-¿Hay algo más que debería saber?- pregunté al fin.

-No tienes idea de cuantas cosas, pero aclararé tus dudas otro día, en otro lugar.

-Tengo una duda que deberías contestar de una vez.

-Adelante.

-¿Por qué me cuentas esto a ?

-Pues… eso es más difícil de explicar.

-¿Más difícil que explicar que eres un… vampiro?

-Por raro que suene, sí- tomó una bocada de aire-. Verás, los seres cómo nosotros tendemos a tener la necesidad de… proteger a los humanos u otros vampiros, sobre todo los que, cómo nosotros, no bebemos sangre humana. Esto también les pasa a los licántropos. Es algo muy parecido al amor…

-No te entiendo, Jack- lo interrumpí.

-A veces nos enamoramos de humanos y necesitamos protegerlos a toda costa. En realidad no es precisamente amor, es la necesidad de que esa persona o ser sea la más feliz, segura y amada del mundo. Incluso podría pasar con un bebé o con una anciana, pero sólo pasa con el sexo opuesto y principalmente le pasa a los vampiros, no a las vampiras, y a los licántropos, no a las chicas licántropo.

-Bien, creo que entiendo eso, pero no contestaste mi pregunta.

-Luna Hummel, estoy enamorado de ti. Necesito tenerte cerca, a salvo. ¿Puedo?

Me quedé helada, de nuevo. No contesté en un buen rato pero Jack no mostró indicio de desesperación.

-¿Es en serio lo que me dices?

-Te lo juro. No me había enamorado desde mi vida humana y no se compara para nada a lo que siento por ti.

-Y ¿cómo piensas mantenerme a salvo de mi misma? Soy capaz de tropezar en mi propio cuarto o en la sala. No puedes siempre estarme cuidando, ¿qué pensaría Sam si pasas casi todo el día en mi casa?

-Pensaría que somos novios, si tú quieres.

-Tienes dieciséis y yo trece- le recordé.

-En realidad tengo dieciocho. Fingir tener dieciséis nos ayuda a Kat, Jason y a mí a quedarnos más tiempo en un solo lugar. Nos iremos al cumplir los veinticinco, cuando mucho.

-¡¿Dieciocho?!- grité histérica-. Debiste mencionar eso.

-Luna, yo ya no envejezco. Algún día tendrás mi edad.

-Algún día dentro de cinco años.

-Pero llegará- insistió-. Que no te importe la edad, si no quieres ser mi novia sólo di no.

-Sí quiero, Jack. Pero algún día te irás, me dejarás aquí, envejeciendo cada día más, hasta que muera.

-No lo permitiré…

-Pero pasará- lo interrumpí-, tarde o temprano, pasará.

Se quedó en silencio, pensando durante dos minutos que se me hicieron eternos.

-Eso no importa, por ahora- dijo al fin rompiendo el silencio-. Limítate a contestar.

-Sí, quiero ser tu novia, Jack.

-Genial- se quedó en silencio un instante-. Será mejor que vayamos a la fiesta, Sam te ésta buscando.

-¿Cómo lo sabes?

-Thomas puede mantener telepatía con todos los Thompson. De hecho, pronto la tendrá contigo.

-¿A sí?

-Ahora eres parte de la familia.

Me ruboricé. Me tomó la mano y me sacó del cobertizo. Caminamos hasta el jardín trasero. Cuando Sam me encontró con la mirada, ésta se llenó de alivio. Luego miró confuso mi mano entrelazada a la de Jack. Nos dedicó una sonrisa de aprobación y se fue directo a la mesa de los bocadillos.

-¿Quieres comer algo, Luna?- me preguntó Jack.

-No. ¿Y tú?

-Los vampiros no comemos- me susurró al oído-, por eso tenemos dinero  para esta casa y los coches. No necesitamos gastar en comida.

-Oh. Y… supongo que no duermes, ¿cierto?- le susurré.

-Exacto- se limitó a responder con los fríos labios pegados a mi oreja.

Estuvimos un rato platicando con mis amigos. Se fueron yendo, uno por uno, hasta que sólo quedamos Jeni, Jack y yo. Después de un rato ella también se fue.

-Hola, chicos- nos saludó Kat-. Supongo que Jack no pudo guardar más el secreto. Igual, me alegra ser tu cuñada, Luna.

-Gracias, Kat. Pero… tengo una duda enorme…

En un abrir y cerrar de ojos, Jason ya se encontraba a nuestro lado. No pude evitar dar un salto.

-No era mi intensión asustarte, Luna- me dijo-. ¿Cuál es tu duda?

-Jack me dijo que Thomas tenía telepatía, quiero saber si alguien más tiene algún poder.

-Sí- dijo Katherine-. Yo, por ejemplo, tengo una especie de persuasión femenina. La puedo usar en cualquier hombre si estoy a unos metros de él.

-Oh… eso explica por qué Will actúa así…

-No es así, Luna- me interrumpió indignada-. No lo puedo usar con William porque estoy enamorada de él. Es un bloqueo de mi inconsciente.

-Perdón, no quise ofenderte.

Jason puso su mano sobre el hombro tenso de Kat y ésta se relajó de inmediato.

-No sé si habrás notado el mío- dijo Jason-. Soy capaz de cambiar la forma de pensar y el humor de una persona con sólo tocarla o respirar cerca de ésta. Es un control mental y emocional.

-Por eso Jack se tranquilizó rápidamente en el estacionamiento de la escuela ésta mañana- supuse.

Jason asintió.

-Josefine tiene telequinesis- agregó Jack-, ya sabes, mover las cosas con la mente.

-¿Y tú?

-A veces, tengo visiones, sobretodo de cosas o personas cercanas a mí.

-Vaya. Me siento patética en comparación con ustedes.

-No lo hagas- me suplicó Jack-. Por favor.

-¡Luna!- gritó Sam del otro lado del jardín-. ¡Ya nos vamos!

Entonces noté que éramos los únicos que quedaban. La fiesta había acabado.

-¡Voy en seguida!- le respondí-. Nos vemos en la escuela chicos.

-Hasta mañana, Luna…-me dijo Jack. Se agachó y besó mi mejilla, igual que el día que nos conocimos.

-Adiós, Jack.

Caminé hacia Sam y mi abuela. En la entrada me despedí de Josefine y Thomas, ahora, mis suegros.

 

Aquella noche estuve varias horas sin conciliar el sueño. Cuando lo logré me arrepentí, pues sólo tuve pesadillas acerca de vampiros y hombres lobo, como los de las películas de antes. Cuando las pesadillas acabaron   , hubo un único sueño tranquilo, uno con mis padres, sentados en el jardín de los Thompson, hablando con sus consuegros.

 

Hoy habia 5 visitantes (5 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!

No olvides visitar:

"Crónica de un enamorado"
La historia que ya conoces, vista desde los ojos de Alex.
http://cronica-de-un-enamorado.es.tl/

"Luna, te amo"
Conoce los más oscuros secretos de Jack Thompson.
http://luna-te-amo.es.tl/

Y los espacios de la saga Mi chico Vampíro:
http://mi-chico-vampiro.spaces.live.com
http://cronica-de-un-enamorado.spaces.live.com
http://jack--luna-te-amo.spaces.live.com

Y muy pronto:

"Secuestro Vampírico"
Lizzi es una novicia de 12 años que toda su vida vivió en un convento al ser abandonada por sus padres. Richard, un vampiro que vive en la ciudad, decide secuestrarla para que tenga la oportunidad de vivir.
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis