Extrañas llamadas  telefónicas

 

-No digas cosas así- lo regañé. No me gustaban esos comentarios.

-Simplemente soy honesto- respondió en tono serio.

Me miró directo a los ojos y no logré encontrar ningún atisbo de mentira. Eso me molesto.

-Ni lo pienses, Jack. Ahora soy joven, pero debes recordar que soy mortal. Algún día yo…

Colocó su dedo frío contra mis labios. Jack siempre tenía la piel helada, pero en esta ocasión llegó al extremo de dolerme.

-¿Te sientes bien?- me preguntó con angustia-. Estás hirviendo.

-¿Yo? Eres tú el que está más frío de lo normal.

-Luna, sabes que es totalmente imposible…

Se detuvo repentinamente. Sin decir nada, se levantó y me tomó en brazos. En menos de dos segundos estábamos en la sala, con los demás. Me colocó con cuidado sobre el sillón donde estaba Vanessa y se sentó a mi lado.

Vanessa alzó la mirada lentamente. Tenía los ojos llorosos y aspecto preocupado. Hasta ese momento no me había dado cuenta de la relación de Alex y Vane, pero debía ser más estrecha de lo que pensaba.

-Toca su piel- susurró Jack.

Ella colocó su mano sobre mi brazo. Me miró y me sonrió.

-Estarías bien si fueras un perro, será mejor que descanses.

No comprendí en lo más mínimo su comentario.

Jack me acomodó de manera que quedé recostada sobre sus piernas y acarició con cuidado mi cabello. Tuvo extremo cuidado al rozarme lo más superficial posible.

Se limitó a mirarme, sin decir palabra alguna. Aparentaba estar tranquilo mientras embozaba una leve sonrisa, pero lo conocía lo suficiente para reconocer la preocupación que tenía bajo esa máscara.

Y lo peor de todo es que se preocupaba por mí, la última persona por la que debería estar preocupado. Afuera, el ser que lo había adoptado y amado tanto como a un hijo, discutía “civilizadamente” con una salvaje vampiresa y toda su guardia. De igual manera, su amigo ocultaba a una loba desconsiderada, la misma que había atacado semanas atrás a su mejor amiga, mientras huía de la misma salvaje vampiresa y su guardia.

Y… ¿por qué estaba en peligro la vida de Alex? Por mi culpa.

Fruncí el ceño inevitablemente. Estaba realmente enojada conmigo misma. Siempre me las arreglaba para ser el centro de atención y estaba harta de aquello.

Jack notó de inmediato mi expresión.

-Todo va a salir bien- me tranquilizó-. Ya verás.

Agachó su cabeza y rozó mi frente con sus fríos labios. Me miró fijamente con ojos hipnóticos y poco a poco me fui relejando más y más aunque no del todo.

Lanzó una significativa mirada a Jason y éste se concentró en mí.

Me relajé por completo. Y entonces comprendí lo que estaba haciendo.

-Humm- pensé en voz alta y Jack me observó con curiosidad-. Es interesante el poder de tu hermano.

Me incorporé y, ya sentada, miré a Jason un instante y después a Vanessa, que había vuelto a colocar la cabeza entre sus manos. Jason asintió una vez y después se concentró en Vane.

Poco a poco relajó su postura. Miró a Jason.

-Gracias- dijo con una media sonrisa-. Deberías tranquilizar a María.

Asintió de nuevo y miró hacia la cocina, concentrándose ahora en la madre de Alex.

Recliné mi cabeza en el hombro de Jack. Mi estomago gruñó sin que pudiera evitarlo y me ruboricé ante aquel ruido.

-¿Tienes hambre?- preguntó Jack con tono burlón.

-No- mentí, pero mis tripas volvieron a sonar.

-Te prepararé algo de comer- intervino Josefine-. Acompáñame.

La seguí a la cocina. María se veía mucho más tranquila y supe que Jason había hecho un buen trabajo.

Josefine tenía muy poca comida, así que me preparó una improvisada pizza con un poco de salchicha.

Estaba comiendo cuando sonó mi celular. Esperaba una única llamada pero al revisar quién llamaba supe que era Yaneth. Tras unos segundos decidí que sería muy grosero no contestar.

-Hola, Yaneth- dije intentando sonar amable.

-Hola, Luna, espero no molestar. Llamé a tu casa, pero Sam me dijo que estabas con Katherin. Este…- dudó en seguir hablando.

-¿Qué ocurre?

-Bueno, lo que pasa es que… ¿recuerdas que te dije que entré en el curso avanzado de química?

Pensé un instante y recordé que lo había mencionado durante el almuerzo, antes de ser interrumpida por Laura.

-Sí, lo recuerdo, aunque no te dejaron terminar.

-Pues… mi primera clase fue después del almuerzo y… adivina quién fue mi compañero de laboratorio…

-¿Quién?

-Jason Thompson, tu cuñado.

-¿En serio? Supongo que debe agradarte- comenté, recordando que era imposible sentirse incómodo estando cerca de él.

-Pues…

-¿O no?- pregunté sorprendida.

-Pues…- repitió-. Pensé en ser cortés, ya que no parecía socializar mucho con los demás, pero me trató de manera muy hostil y no sé… tú sabes bien que no suelo llevarme mal con la gente, pero no puedo evitar que… me caiga mal… no sé por qué pero… simplemente no lo soporto…- estaba realmente desconcertada.

-¿Dices que no te agrada?- dije igual de sorprendida.

-Aunque suene extraño… sí. Pensé en llamarte porque tú has convivido más con él, y podrías decirme si suele ser así.

-La verdad, yo suelo sentirme a gusto con él.

-Humm…- fue lo único que consiguió decir-. Bueno, supongo que no debo dejar que me amargue mi curso, sabes que me esforcé para entrar.

-Coincido contigo. Espera a ver qué ocurre mañana, tal vez es sólo que hoy no estaba de humor.

-Tal vez tengas razón… Gracias por escucharme, nos vemos mañana.

-Claro, adiós.

-Adiós.

Colgué el teléfono. En ese momento noté que no estaba sola. Jason estaba recargado en el marco de la puerta con el rostro inexpresivo y las manos metidas en los bolsillos del pantalón.

-Asustaste a mi amiga- comenté-. ¿Puedo saber por qué?

-Es mejor así- se limitó a contestar.

-No es justo que uses tu misterioso don para hacer sentir incómoda a una chica que únicamente trataba de ser amable- lo regañé.

-Ya lo sé, pero es lo mejor para ella.

Lo miré un instante y supe que no tendría más respuestas. Me levanté y regresé a la sala. María y Julia estaban recargadas contra la pared de la puerta de la cocina, así que me di cuenta cuando sacó con rapidez su celular, que acababa de sonar por primera vez, y contestaba con voz titubeante.

-¿Alex?

Mamá… tranquilízate…

-¿Dónde rayos estás?- lo interrumpió.

Estoy a salvo, madre… tranquilízate…

-No me voy a tranquilizar hasta tenerte en casa a salvo. ¿Ya escondiste a la perrita esa? ¿Puedes regresar a casa?

María, no permito que te expreses así de Rachel…

-Alex, no permito que defiendas a ese monstruo, ¿no ves cuántos problemas ha causado ya?  

Nada de esto ha sido culpa suya gruñó.

-¡Alex Zimmermann!- lo regañó María-. No me hables en ese tono.

Lo siento, mamá. Debo colgar.

-Alex…- comenzó su madre, pero él ya había colgado.

-Tranquila, María- le dijo Julia-. Lo importante es que está bien, ¿de acuerdo?

-No comprendo su reacción, ¿por qué defendió a esa… cosa?

Julia se encogió de hombros mientras guiaba a María al sillón donde estaba Vanessa y se sentaba a su lado.   

Miré un instante a Jason que de inmediato se puso a trabajar con su peculiar don.

Jack y yo nos sentamos en el sofá donde estaban Kat y Jason. Estaba quedándome dormida, no había dormido mucho en las últimas semanas, cuando sonó mi celular. No me había fijado en la hora pero cuando lo hice adiviné quien llamaba.

-Hola, tío. Lo siento, nos entretuvimos más de lo esperado.

-Sí, no hay problema. Lo que ocurre es que apareció muerto uno de los tigres bebés del zoológico y tengo que ir a investigar… Y bueno, no creo estar a tiempo en casa, pero mi mamá se quedará a esperarte aunque me serviría tu ayuda aquí. Siempre has sido buena con los animales y al parecer el hermanito del tigre está bastante inquieto.

-Oh, vaya. ¡Qué triste!- miré un instante a Jack. Dudó un momento, pensando en si era buena idea dejarme ir- ¿Puede ir Jack?

Me dedicó una sonrisa deslumbrante y me besó la punta de la nariz.

-¡Claro! Él siempre está invitado.

-Bien…- balbuceé, sonrojada-…entonces… vamos para allá.

-De acuerdo, nos vemos allá.

Colgó.  

El resto de la tarde se pasó muy de prisa. Calmé con facilidad al tigrillo mientras Jack me observaba con gran concentración. De vez en cuando me felicitaba por mi buen trabajo o me decía que aquel “gatito” tenía mucha suerte de tenerme como su cuidadora.

-Sigo prefiriendo a los vampiros- me limité a contestar con la sonrisa más pícara que fui capaz de embozar.

Me guiñó el ojo y eso fue todo.

Se hizo de noche y Jack nos acompañó junto con Sam a mi casa, prometiéndome mantenerse observando desde el bosque para mantenerme a salvo.

Me desvelé mucho. Alex no llamó y probablemente no lo haría. Tal vez en ese momento estaba con la tal Rachel… y eso me molestó muchísimo.

A la mañana siguiente Jack me recogió temprano y tuvo que esperarme porque me había levantado tarde.

Por la velocidad a la que íbamos llegamos muy puntuales a tiempo de ver llegar la motocicleta de Alex, quien venía con una chica que supuse era Maite, por el casco negro con la estrella morada. Esperaba que regresara Salzburgo. Tal vez, incluso, planeaba inscribirse a la escuela junto con su hermana, eso explicaría que hacían ahí.

Se detuvieron al otro lado del estacionamiento. Él bajó primero, quitándose su casco, estaba vestido con unos desgastado jeans de mezclilla y chaqueta de cuero, y le tendió la mano a su hermana mientras ésta se quitaba el suyo.

Comencé a caminar hacia ellos peor me detuve cuando “su hermana” se terminó de acomodar el cabello. Esa definitivamente no era Maite.